domingo, 24 de mayo de 2009

Carl Rogers / Las actitudes necesarias y suficientes


Carl Rogers, fundador del Enfoque Centrado en la Persona, después de muchos años de investigación y práctica en el campo de la psicoterapia y de la educación concluyó que existen tres condiciones, a las que el llamó necesarias y suficientes, para facilitar el crecimiento y desarrollo del ser humano. Dichas actitudes son: empatía, aceptación positiva incondicional y congruencia .

Empatía

La empatía es la primera condición esencial para establecer una relación interpersonal. Consiste en poder sentir el mundo interno del otro, su mundo privado 'como si fuera propio'. La empatía no es, según Rogers, un entendimiento evaluativo en ningún sentido. De hecho, cualquier tipo de evaluación es un impedimento para la creación del clima adecuado para el desarrollo de las personas.

No es suficiente que el facilitador sea capaz de sentir ‘como si’ estuviera en la piel del otro, de mirar a través de sus ojos, de entender la realidad desde el mundo del otro, es necesario que el facilitador comunique ‘su entendimiento’. Es decir poder comunicar al otro de manera verbal o no verbal que es digno de ser escuchado y entendido.

La empatía es una habilidad que se puede desarrollar, pues es posible aprender a captar los significados más profundos de lo que la otra persona expresa, entendiendo tanto a su expresión no verbal (gestos, postura corporal, color del rostro, etc.), como a su comunicación verbal con todos los matices (tono de voz, silencios, voz entrecortada). Esta es la forma de experimentar, lo que el otro vive, siente y cree ‘como si fuera propio’.

La persona que recibe la comprensión empática se siente valorada, aceptada y querida como persona en quien se puede confiar. Esto es cierto, afirma Rogers, en el campo de la terapia, en el aula, en el contexto familiar y hasta en el organizacional.

Aceptación incondicional

La aceptación positiva incondicional consiste en aceptar a la persona como valiosa, digna de respeto, distinta de los demás. Es una preocupación cálida y humana por la otra persona, como ser humano imperfecto, con una gran riqueza de sentimientos y potencialidades, capaz de desarrollarse y dirigirse a sí mismo en forma adecuada, con capacidad para tomar decisiones y ser responsable de sus acciones.

Esta aceptación, se da más allá de cualquier condición de valor. La persona puede ser congruente o incongruente, desordenada, inquieta pero no se le acepta por eso, sino por el hecho de ‘ser persona’: una persona digna y con valor intrínseco a su condición de persona.

La congruencia

La congruencia es, en palabras de Rogers, la más importante de las tres actitudes facilitadoras. La congruencia significa que el facilitador es capaz de presentarse tal y como es, sin caretas ni disfraces, lo que implica un amplio conocimiento y aceptación de sus sentimientos, actitudes, ideas y valores, y que sea capaz de entablar relaciones interpersonales de igual a igual con otras personas.

Una persona congruente en alguien que no se anda con rodeos, sino que dice las cosas tal y como las ve. Es unas persona transparente que no trata de ocultar o enmascarar lo que él es realmente.

La congruencia es una actitud de búsqueda que se orienta hacia la propia lucha por el crecimiento y la integración personal. Ser congruente significa que la persona no solamente tiene conciencia de sí misma, sino que implica que tenga conciencia de la realidad en la que vivimos inmersos, del entorno social en cual interactuamos.

De esta manera, cuando una persona es consciente de la complejidad de sus sentimientos en un momento dado, cuando se escucha a sí misma y se acepta con tales sentimientos, puede elegir expresarlos o no. Por lo tanto, ser congruente no consiste en la manifestación total de lo que se vive en determinado momento, sino en la capacidad de elegir expresar o no los sentimientos. Sin embargo es necesario tener un adecuado contacto con la experiencia persona, una aceptación plena de sí mismo y de lo que en ese momento se vive, una capacidad de libre elección entre expresarlo o no, la cual proviene de lo que personal y social se vive como conveniente.


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